Los que estamos en esto sabemos que conseguir que una persona recupere su normalidad de vida es más fácil cuanto menos tiempo haya estado en la calle.
El ir a la calle no es una decisión que tomen voluntariamente y por capricho. Es luego que la calle se convierte en su propia celda y su refugio para ampararse de tantos sin-sabores.
Y pierden la confianza en todo y en todos. Los demás sólo les servimos en cuanto nos pueden sacar alguna cosa para seguir sobreviviendo. Por lo que es bastante normal que quieran aprovecharse de hasta nuestra buena voluntad por ayudarlos.
La suciedad, el oler mal, el dormir a la intemperie…, dejan de ser problemas para ellos.
Y sucede que nosotros no podemos concebir que haya alguien que pueda vivir así, porque “nosotros” no podríamos vivir así.
Resulta entonces que, con toda nuestra buena fe, les proponemos soluciones para los que son “nuestros” problemas, cuando para ellos no los son. Es natural que no nos hagan caso. Ellos ya están bien así. Se han habituado a su celda y no conciben otra mejor manera de vivir.
No es que no se dejen ayudar, es que ellos no se sienten necesitados de aquello que les ofrecemos: así están bien.
Es por esto tal vez que normalmente no me causa angustia su situación material (a veces me duele, claro). Porque sé, he entendido, que estas cosas no son las que a ellos les preocupan. Y que, si llueve, seguro que yo no sabría cómo salir del tema, pero a ellos, los años de vivir en la calle les han enseñado a cómo espabilarse y sin embargo tú, en esto, poco le vas a poder enseñar, al contarrio, nos desbordaría la situación.
A mí lo que realmente me interesa es saber cual es “su” problema o cuales son “sus” problemas. Para así poderles ofrecer medios que solucionen lo que a ellos les preocupa y en el momento en que a ellos les preocupa y no lo que a nosotros nos preocuparía si fuésemos ellos. Sé que este momento es crucial y que no le puedo -podemos- fallar si realmente quiero -queremos- acompañarle en el camino hacia su autonomía.
Y llegado a este punto ¡¿queda tanto por hacer?!… ¡¿Tantos medios que crear?!… ¡Tantos recursos que mejorar?!… Porque lo que sí es cierto es que, si hacemos bien nuestro trabajo, tardaremos más o tardaremos menos, pero, al final, nos exigirán soluciones.