Me llegó a casa una revista de Cáritas.
Había muchas fotos.
De entre todas, me llamó la atención ésta.
Era la única en donde salía en primer plano una de las muchas personas que Cáritas atiende.
Y me llamó la atención porque no pusieron su nombre.
El de la persona que le acompaña sí, pero el suyo: ‘Una persona atesa’.
¿Tal vez quisieron guardar su intimidad?, porque con esto de la privacidad de los datos…
¿O tal vez no sabían su nombre?…
No sé a los demás, pero a mí, al menos, una vez que me he decidido a que me vean y a que me saquen en una revista, me gustaría salir con mi nombre bien puesto que me identifique respecto a los demás.
No es mi intención hacer demagogia con una foto, ni cuestionar aquí la ingente labor que Cáritas lleva a cabo con tanta eficiencia y sin discriminación alguna hacia los que atiende. Pero me preocupa que, a veces, incluso los que más cerca y más hacen por el excluido, le demos más valor a la noticia (en este caso hacer la fotografía y presentar a ‘QUIÉN’ con ‘quién’ sale en la foto) que a las propias personas. Al final puede dar la sensación de que utilizamos su imagen para autopromocionarnos, dándonos más importancia a nosotros y a aquello que hacemos por ‘ellos’ que a ‘ellos’ mismos.
Somos los primeros -Cáritas me consta que también- en quejarnos de que la ‘sociedad’ los hace invisibles y, sin embargo, hay situaciones en que, seguramente sin quererlo, sin darnos cuenta, somos también nosotros los que les arrebatamos sus nombres: Son… ‘usuarios’…, ‘personas ateses’.
No me cabe la menor duda de que el Departamento de Comunicaciones, o asimilado, de Cáritas tendría, si se le pidiese, una buena respuesta para justificar la foto; pero a mi familia y a mí, cuando vimos la revista, fue esta foto y su pie lo que nos hizo daño. Después, todo lo que además explica sobre el buen hacer que efectivamente lleva a cabo esta entidad, se quedó en un segundo plano, tapado por lo injusto de la foto
ESPERANZA. FUTURO
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EL FIN DE LA POBREZA ES UNA DECISIÓN POLÍTICA
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Hola Enrique,
Yo también la recibí y me sucedió algo parecido… Aunque sea sólo el nombre, las iniciales, cualquier cosa con la que no se identifique a la persona, pero lo encuentro a faltar.
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A mí no me gusta hablar en general. Así que voy a contar mi experiencia en particular con Cáritas.
La experiencia buena se refiere a los padres de mi cuñado Roberto, que se pasan todas las tardes en la parroquia sacando pa’ lante a todo bicho que se pasa por allí. Eso sí, con mucho genio y mucha disciplina, que hay que ser muy fino para separar el grano de la paja.
La experiencia mala la tuve en la parroquia de mi barrio. Yo soy creyente muy pocas veces y no me dejo caer por allí. Pero cuando me dieron el finiquito en mi último trabajo pensé que, ya que iba a tener tanto tiempo libre, podría colaborar con Cáritas. Y NO ME DEJARON. El párroco me dijo que eso lo llevaban unas señoras de cierta edad y que ellas se lo guisaban y ellas se lo comían. Me dijo, en cambio, que necesitaba una Filóloga para catalogar los libros del obispado. Y yo le contesté que sí, que soy Filóloga pero no tonta, y que yo, en particular, estaba interesada en Cáritas. Pues no hubo manera.
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