PRÉSTAME TUS OIDOS

He regresado de vacaciones y todo me parece lejano.
La desconexión ha sido «de libro»: total.
A mi vuelta, me he encontrado con este escrito que hice
de una experiencia que tuve allá por el mes de Junio.
Me ha puesto las pilas. Seguimos en la brecha. Comenzamos curso.


 

Gracias, Enrique, por prestarme tus oídos”.

Me lo dijo Juan una tarde en el Centre Obert.
Juan necesitaba hablar y yo estuve allí para escucharle.

Como tantas otras tardes, aquella me disponía a pasarla en la “Sala”.
Hacer “Sala” consiste en relacionarnos con los que vienen al Centro. Saludarlos, participar en los juegos, atenderlos…, pero, por encima de todo, escucharlos.
Se pretende estar atento a quien aquel día se siente especialmente solo y tal vez con más ganas de hablar, o no…
Tú, únicamente has de sentarte a su lado y callar. Él ya tiene mucho que decir, si quiere, y, en esa historia, tú apenas cuentas. Ni tú, ni tu opinión.
Él necesita romper su soledad, escapar de su soledad por algún momento.
Es en estas conversaciones (casi monólogos) cuando descubres algunos de los porqués de esas vidas rotas.
Y aprendes a no juzgar y a comprender, porque comienzas a estimar.
Y se crean unos lazos que quedan para siempre.

Hacer “Sala” es para mí un privilegio y ¡tan necesario…!. Especialmente para aquellas personas que vienen al Centre Obert por primera vez.
Suelen llegar cohibidos, perdidos…
En la calle, en su banco, están en su “reino” y ellos son sus “reyes”.
Pero aquí, no. En el Centre Obert son uno más de entre las decenas de personas que cada día pasan por aquí.
No es su sitio. Él no conoce a nadie y a él apenas nadie le conoce.
Al verse así, pasa a un segundo término la necesidad que le ha llevado a acercarse allí:
“¿Ducharme?… Ya me lo haré como me lo he venido haciendo en tantos años”
“¿Cambiarme de ropa?… ¿Y para qué? Con ésta que llevo puesta puedo pasar unas cuantas semanas más. Total…”
Él lo que quiere es huir de aquel lugar que le crea inseguridad y desasosiego.
Es importante que no suceda. No puede escaparse y huir.
Éste ha sido sin duda un primer paso hacia su autonomía que ha debido costar muchos meses/años de trabajo de acercamiento al equipo de calle que en su día contactó con él.
Probablemente, el que esa persona haya venido, es el resultado de una relación que se ha venido forjando en la calle y que, ahora lo vemos, va dando frutos de confianza y de deseo de cambio.
Será difícil que vuelva si se marcha así, con esa sensación de que allí no es “ninguno”.
Por eso es importante estar ahí, en la “Sala”, detectando al nuevo, al que tiene miedo y se siente inseguro.
Ver un rostro amable que le identifica en medio de la nada, le hará sentirse cómodo, le hará sentirse que es alguien para alguien. Y esta seguridad y confianza ganada, le dará ánimos también para volver.

Y volverá, si se siente importante y se siente tratado como persona. Una persona única, irremplazable…, diferenciada del resto.

Enrique

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