Una reorganización del Equipo de calle ha motivado que Puri y yo dejemos de recorrer la zona donde durante varios años nos hemos movido haciendo la calle.

Ya no iremos a la Plaza de la Sagrada Familia, ni nos mezclaremos entre la gente que todos los días espera a que puntualmente se abra la puerta metálica del colegio para dar «un trozo de pan con algo» a todo aquel que allí se acerca.

Ya no hablaré de Juan José, ni de su casa descapotable, ni de Artemio que fue la última vida que añadí a las Historias de la Calle. Y Jordi continuará durmiendo su periódico en el mismo banco de la plaza, aunque le seguiremos esperando en Riereta por si algún día decide dejarlo vacío.

Serán ahora Josep y Pep, los voluntarios que nos sustituyen, quienes se llegarán a la Plaza de Guinegüeta y quienes verán a Gerardo en nuestra querida Plaza Ibiza. Ellos se encargarán ahora de llevar la compañía de Arrels Fundació a toda esa zona que tan entrañable se nos ha hecho para Puri y para mí en estos años.

Por ello nuestro recorrido ha cambiado desde hace unos meses. Ahora nos hemos unido a Ignasi y, juntos los tres, pateamos el Casco Antiguo y sus plazas y callejuelas, las Ramblas y la Barceloneta e incluso visitamos el parque de la Ciutadella que da alojo al Parlament de Catalunya.

A partir de ahora mis reflexiones recogerán nuevas historias, nuevas experiencias de nuevas personas, pero unidas todas por los hilos invisibles de la precariedad y la sinrazón del vivir en la calle.

En esta nueva etapa espero seguir trabajando con la misma ilusión, la misma alegría y la misma esperanza como lo he venido haciendo hasta ahora. Desde la sencillez y la humildad, siendo consciente que nadie es más que nadie (¡pero tampoco menos que nadie!) y que no somos salvadores de ninguno, porque no llevamos ni sabemos de pociones mágicas para salvar a nadie.

Enrique