¡Ya hemos vuelto!. Unas vacaciones tranquilas y llenas de naturaleza.
El martes retomamos la faena. Puri me puso al corriente, ella ya llevaba dos semanas de adelanto.
Berta no está. Es la protagonista de la historia «Dios también duerme la calle» . En todo Agosto no ha aparecido a recoger su comida, ni a echar las migajas a los gorriones. No sabemos nada de ella. Nos tememos lo peor. Me ha causado tristeza. No sé… la soledad es tan triste…, es tan absorvente… Te llena todo tu espacio, te inunda toda tu vida y no te da tiempo ni de avisar. Tenía nuestro teléfono…, sabía que contaba con nosotros… Ella contaba con Dios…
Está como siempre. Aunque con una brecha en la ceja izquierda: «Me emborraché y me golpeé con una esquina. Cuando vas bebido corre más la cabeza que los pies». Pero no fue al médico, ¿para qué?… «Llevo cuarenta años en la calle y he sobrevivido». ¡No vas a venir tú ahora a enseñarle lo que tiene que hacer…! (Otra vez en conflicto lo urgente con lo importante)