Como voluntario, siempre me ha gustado participar en proyectos pequeños. Proyectos pequeños con objetivos grandes. Aquellos objetivos que nuestra mentalidad capitalista y utilitaria los llamaría inalcanzables y utópicos; pero que, en el fondo, los tildamos así, porque son poco o nada rentables, y, los posibles “éxitos”, son más que dudosos de conseguir.