Uno de estos días de Navidad, haciendo la calle, nos llamó la atención un balcón. En su cristal, con tinta blanca, algo habían escrito para ser leído desde la calle. Nos paramos para descifrarlo: era una nueva bienaventuranza y decía:
«Bienaventurados los que saben dar sin recordarlo
y recibir sin olvidarlo».
Nos pareció una hermosa bienaventuranza que merecía la pena compartirla. Ignasi le hizo la foto.
Juan José lleva muchos años viviendo y durmiendo en la calle.
Esta mañana Puri estaba hablando con él cuando un señor bien vestido se les ha acercado y se ha quedado parado delante de ellos mirando fijamente los pies de Juan José. Al cabo de un rato y sin mediar palabra le ha recriminado:
– ¡Qué has hecho con los zapatos que el otro día te di!
– Los vendí.
– ¡Es que no se os puede ayudar!
– Me venían mal y me hacían daño.
Ofendido por el mal uso que, a su entender, Juan José había hecho con los zapatos que le regaló, le preguntó:
– ¿Y cuánto te dieron?
– Diez euros.
Ahí mismo fue cuando Juan José sacó de su bolsillo un billete de diez euros bien plegado y con gesto decidido se los dio a su “benefactor”:
– ¡¡Ahí los tienes!!
Hubo forcejeo. Al final, el señor se marchó y el dinero cayó al suelo.
No niego la buena voluntad del señor al regalarle los zapatos a Juan José. Seguro que le hacían falta y que eran mucho mejores que los que Juan José llevara puestos.
Pero, como casi siempre, nos equivocamos en la ‘Mirada’:
Miramos desde la eficacia y nuestra relación la cargamos de poder:
“Tu necesidad no es otra que la que yo pienso que tú tienes, porque es la que a mí me preocupa; y para esa necesidad yo tengo soluciones”.
Luego, yo me marcharé a mi casa y tú te quedarás en la calle.
Yo, contento de haberte ayudado. Tú, en la calle, con tus zapatos nuevos sin haberme/haberte preguntado si era eso lo que realmente tú necesitabas. Sin saber siquiera si te hacían daño.
Y me ofenderé y te culpabilizaré porque “no te dejas ayudar”.
Hemos de cambiar la mirada.
Porque Juan José no es un muñeco. No es aquel airgamboy, al que, de niños, le solíamos cambiar de uniforme para hacerle protagonista de nuestras historias inventadas.
Juan José tiene su propia historia, su propia vida, su propia dignidad.
Hemos de cambiar la mirada.
Una mirada que acoja; una mirada que acerque; una mirada que escuche; una mirada… que cargue nuestra relación de dignidad.
Muy linda entrada. Es gratificante estar en tu espacio.
Mi nombre es Nuria Lourdes, te di un voto en el concurso y me alegra el puesto obtenido, entre los muchos que participan en tu categoría, me parece muy bien.
También estoy participando pero en la categoría PERSONAl, sería lindo que si aún te sobrase un voto, me puedas echar una manita, ya que aún quedan unas horitas para finalizar el concurso. Te lo agradeceré mucho.
Soy del PERÚ y vivo en la ciudad de TARAPOTO, es en la selva.
Te dejo un abrazote y fue lindo pasar por aquí.
Mucha suerte en el concurso.
http://www.nurinotas.com
Me gustaMe gusta
Me ha llenado de emoción este post, Enrique. Gracias por ese hermoso comentario, porque, realmente, muchos de los que «dan» sólo lo hacen para sentir el «agradecimiento» de quienes reciben, y eso no es así: nosotros lo sabemos. Se da para para olvidar, porque damos para compartir; lo que cada cual haga con lo recibido ya pertenece a su propia existencia y necesidad.
Da a Juan José un abrazo de mi parte, y sobre todo mi deseo de que las «cosas» vayan teniendo el cariz que realmente tienen, porque deseo que Juan José deje de ser un «necesitado» para convertirse en patrono de su propio barco: su existencia.
Un abrazo a todos y que el 2012 sea, de verdad, lo mejor que todos podamos aportar, porque esas serán nuestras luces y nuestras señales.
Me gustaMe gusta
brillante. gracias enrique por recordarme la esencia de la intervencion.
Me gustaMe gusta