SIN BUSCAR LA INTEGRACIÓN

– No sabemos qué hacer con Olga. Ha pasado por todos los recursos y de todos la han echado. Incluso ya no la quiere Tere en su pensión. Está enferma y siempre está bebida ¿Qué podemos hacer?

¡Nada! No quieras hacer nada que Olga no quiera hacer. Relájate. Es el momento de estar con ella, de acompañarla, de escucharla, de crear vínculos que te acerquen a ella, de aceptarla, de, simplemente, quererla…

No intentes integrarla. Ella está ahí dónde está y no quiere cambiar. Acepta. Tus soluciones no son las suyas, no las quiere… ¿Por qué no las quiere? No lo sé, pero ¿nos debe importar? Cuando aceptas que el otro no quiere nada de lo que tú le puedas ofrecer, estás aceptando tu propio fracaso y tu propia impotencia y sólo te queda descubrir al otro, acercarte para escuchar, para estar, para estimar…

¡Deja de preocuparte por el qué comerá o qué vestirá! Preocúpate de ella, de lo que nunca dirá. Crea vínculos, restablece el diálogo, escucha, calla, no intentes su integración.

Enrique

EL ÚLTIMO EN LA LÍNEA DE LA CALLE

auxias marchCuando buscas  en la línea de la calle al que más necesita y menos pide, siempre encuentras que hay uno que se coloca en la última posición.

Anoche estuve con uno de éstos. Su olor, su mal olor, inundaba la estancia y, por momentos, se me hacía insoportable y se lo hacía al resto de personas que, como él, se preparaban para pasar la noche en aquel recinto techado.

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¿Cuál es el problema? (IX)

Desde hace tiempo Juan José me dice: “Enrique, por las noches tomo varios cafés para estar despierto”.

Jose y Cristina son pareja y tampoco duermen: durante la noche pasean las calles de Barcelona hasta que se hace de día…

Antonio, las noches las pasa en el autobús nocturno con un solo billete de ida y vuelta, hasta que amanece…

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Horacio Ávila: la crisis lo dejó en la calle y ahora da alojo a indigentes

Volvemos de vacaciones y nos encontramos:

A los “ilegales”, sin cartilla sanitaria; y a los españoles, habiendo perdido el derecho universal a la salud.

El IVA, por los aires, incluso en productos básicos.

Más jóvenes en el paro y familias enteras sin percibir ningún subsidio; pero, eso sí, el gobierno poniendo más trabas para cobrar el plan Prepara (400 € durante 6 meses) por aquello de que el parado no se apoltrone en la butaca de su casa sin buscar el trabajo que no hay, entre otras cosas, porque las pequeñas y medianas empresas están cerrando debido a que los bancos no sueltan ni un euro para ayudarlas a financiarse.

Esos mismos bancos que se están levantando gracias a los dineros de los contribuyentes.

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SAID, EL «ILEGAL», HA MUERTO

Hoy ha muerto otra persona en la calle. Se la encontraron tirada en la acera. Sus compañeros de calle reclamaron una ambulancia, pero  llegó muerta al hospital.

Del hospital nos informaron: en algún rincón de sus bolsillos encontraron la dirección de Arrels.

Era Said, el “ilegal” de 49 años del que hablé el otro día. No ha esperado a que le quiten la tarjeta sanitaria y se ha muerto. Su corazón le dejó de latir.

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EL TEATRO, EL CONGRESO Y LOS RECORTES

Ayer tuve todo un día de teatro.

Por la noche Mª Carmen y yo estuvimos en el Tívoli; nuestros hijos nos habían regalado sendas entradas para ver Campanadas de Boda, que presenta la compañía de teatro La Cubana en Barcelona. Una comedia-vodevil-costumbrista que parodia una de las tantas farsas que nos montamos en nuestras vidas: la boda.

Al final todo  el mundo aplaudíamos a rabiar. La Cubana tiene esa virtud de introducirte en el espectáculo y hacerte protagonista de lo que ves. No te sientes extraño observándote inmerso en toda esa parafernalia que a lo largo de la farsa van entretejiendo a tu alrededor.

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VER EL BULTO; MIRAR A LA PERSONA

Ayer Toni me recordaba que nos conocíamos desde los primeros meses del año 2003, cuando entonces él dormía en la estación de Sants:

–   … Y no has cambiado, Enrique. Cuando me ves, me saludas y te sigues interesando por mí. Hay muchos en Arrels como tú; otros no: a veces pasan como si no te conociesen.

Los comentarios de esta gente casi siempre me hacen pensar (al fin y al cabo te manifiestan cómo viven ellos la relación).

Cuando nos acostumbramos a hacer “¡tanto bien!” y los “éxitos” se nos acumulan hasta tal punto que tenemos que dar “tanda”, como si de una frutería de gran tirada se tratase, corremos el riesgo de ver más el “bulto que salvamos”, que de mirar a la persona que tenemos delante y escuchar su demanda concreta.

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SAID, “UN ILEGAL”

A Said hoy le he acompañado al médico.

Hace unos meses conseguimos que le dieran la tarjeta sanitaria.

Said es “ilegal”.

Es una de esas personas a las que nuestra sociedad del consumo y de las desigualdades le ha colgado el sambenito de “ilegal” sólo porque no nos da la gana darle unos papeles que le haga igual a nosotros y con los mismos derechos que nosotros.

Así, tildamos de “ilegales” a unas personas cuyo único pecado es el de querer mejorar su vida y la de los suyos.

No llamamos “ilegales”, sin embargo, a aquella otra persona que esconde su capital y elude sus impuestos. No es “ilegal” el españolito famoso que vende la “Marca” España viviendo y contribuyendo fuera de ella para ahorrarse impuestos. No es “ilegal” el que explota al que no tiene papeles y hace su riqueza sin pagar a la administración lo que le correspondería. No es “ilegal” el pluriempleado en diferentes consejos de administración, bancos y cargos políticos, cobrando dineros que causan escándalo. (Por cierto, ¡qué capacidad intelectual… y de influencias y de… extorsión…!). No; estas personas no son “ilegales”.

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MI TRABAJO COMO VOLUNTARIO

Hace unas semanas la revista Nova Ciutat Vella me pedía que le contestase a una serie de preguntas referente al trabajo que realizo como voluntario de Arrels Fundació:

-¿En qué consiste tu voluntariado? (actividades que realizas, ayudas, día a día…)

Participo en Arrels Fundació en dos de sus programas: el Centro Abierto y el Equipo de Calle.

Al Centro Abierto voy los martes y colaboro en los servicios que se ofrecen: duchas, consigna… O bien hago un rato de compañía con la gente que se llega al centro, jugando con ellos o, simplemente, hablando y escuchando. Se intenta que la persona que entra se encuentre a gusto y quiera volver.

Como voluntario que “hago la calle”, formo parte de un equipo de 18 voluntarios, coordinados por Miquel Julià, educador social. Cada pareja de voluntarios tenemos asignada una zona de Barcelona. A Puri y a mí, ahora también con Ignasi, nos corresponde el Casco Antiguo, desde el Parque de la Ciutadella hasta las Ramblas, y un día a la semana recorremos sus calles para encontrarnos con las personas que viven en ellas (preferentemente las más cronificadas). Intentamos acompañarlas, ganarnos su confianza y hacerlas sentir que son algo más que objetos que apenas nadie ve. Es importante fortalecer su autoestima. Nosotros decimos que nuestro trabajo es “estar” y que, si ellos quieren, podemos echarles una mano para salir de la calle. Pero son ellos quienes mandan.

 -¿Qué te aporta ser voluntario? Sigue leyendo