MI TRABAJO COMO VOLUNTARIO

Hace unas semanas la revista Nova Ciutat Vella me pedía que le contestase a una serie de preguntas referente al trabajo que realizo como voluntario de Arrels Fundació:

-¿En qué consiste tu voluntariado? (actividades que realizas, ayudas, día a día…)

Participo en Arrels Fundació en dos de sus programas: el Centro Abierto y el Equipo de Calle.

Al Centro Abierto voy los martes y colaboro en los servicios que se ofrecen: duchas, consigna… O bien hago un rato de compañía con la gente que se llega al centro, jugando con ellos o, simplemente, hablando y escuchando. Se intenta que la persona que entra se encuentre a gusto y quiera volver.

Como voluntario que “hago la calle”, formo parte de un equipo de 18 voluntarios, coordinados por Miquel Julià, educador social. Cada pareja de voluntarios tenemos asignada una zona de Barcelona. A Puri y a mí, ahora también con Ignasi, nos corresponde el Casco Antiguo, desde el Parque de la Ciutadella hasta las Ramblas, y un día a la semana recorremos sus calles para encontrarnos con las personas que viven en ellas (preferentemente las más cronificadas). Intentamos acompañarlas, ganarnos su confianza y hacerlas sentir que son algo más que objetos que apenas nadie ve. Es importante fortalecer su autoestima. Nosotros decimos que nuestro trabajo es “estar” y que, si ellos quieren, podemos echarles una mano para salir de la calle. Pero son ellos quienes mandan.

 -¿Qué te aporta ser voluntario?

Probablemente me hace ser más persona y valorar al otro no tanto por lo que tiene, sino por lo que es.
Relativizar las cosas que en la vida creemos que son tan importantes.
Dar más valor a lo que tienes y ser feliz con lo que tienes: ¡somos unos afortunados de la vida!
Evitar los juicios hacia las personas: todos tenemos nuestras historias y nuestras razones. En este mundo hay mucha gente que culpabiliza a estas personas, sin embargo la experiencia te enseña que lo que hay son situaciones de injusticia que no se han querido o no se han podido resolver.

Al cabo de los años te das cuenta que la relación gratuita (no esperar nada) con las personas provoca una doble transformación: en la persona a las que visitas, que se siente aceptada y valorada por alguien, y en tí, que te notas estimado y valorado por ellas.

– ¿Por qué decidiste tomar esta decisión?

En mi caso forma parte de mi propio proyecto de vida. Estoy en el mundo para algo más que para estarme mirando el ombligo. El mundo hay que cambiarlo y si no lo hacemos nosotros ¿quién lo va hacer? Es mi pequeño grano de arena.

– ¿Nos podrías contar una experiencia/ anécdota positiva y otra negativa que te haya marcado como persona en este período de voluntariado?

Experiencias positivas son casi todas, porque ya es positiva la relación que estableces con estas personas y el grado de confianza y autoestima que vas generando día a día. Y cómo esa confianza va ayudando a que el otro dé pasos hacia su crecimiento personal.

A veces se acaba consiguiendo que la persona duerma en una habitación, que sea capaz de compartir un piso… En otras ocasiones sin embargo la persona seguirá en la calle; pero mi experiencia también será positiva, porque mi relación se hace dignidad.

Experiencias negativas…, siempre que alguno muere en la calle, sólo, tirado, sin nadie que le acompañe…
Hubo una vez que murió alguien que tenía la enfermedad de Corea de Huntington (más conocida por el Baile de San Vito). No debería haber muerto en la calle. Denunciamos con anterioridad la situación en la que vivía, pero los protocolos y los papeleos llegaron tarde para ingresarlo en una residencia en donde hubiera estado cuidado, atendido y, sobre todo, acompañado.

-¿Como definirías una persona sin hogar?

En primer lugar, no hay personas sin hogar.
Hay personas médicos; hay abogados; hay catalanes; hay…; pero no hay “persona sin hogar”. Con esta expresión estamos calificando a la persona, la definimos y con ello casi la estamos condenando a que sea un sin hogar para siempre.
Nosotros decimos que son personas que “están en una situación” de sin hogar. De esta manera lo que calificamos es la situación y no a la persona. La persona no ha estado siempre en la calle, tiene una historia. Una historia en la mayoría de las ocasiones tan normal como la que podamos haber tenido cualquiera de nosotros. Y, con un poco de suerte, seguramente que dejará de estar en la calle y recobrará su autonomía, la que pueda, en función de lo machacada que esté su alma y su cuerpo.

– ¿Qué significa estar en esta situación?

Significa no solo no tener un techo en donde vivir, en donde comer, en donde recibir a los amigos, en donde dormir, en donde satisfacer sus necesidades de relación de pareja… No tener hogar es también no tener trabajo, ni amigos, ni familia. Es estar enfermo y no cuidarte, es ser alcohólico y no tener razones para dejarlo, es no fiarte de nadie porque estás en la calle y te roban y te violan y te maltratan.

Pero es persona y, cuando te acercas a ella y te relacionas sin complejos y la tratas como persona, la llegas a querer a ella, a la persona, y te das cuenta que no es tan diferente a ti: está sin hogar, pero es persona.

– ¿Cuál crees que es el problema de la sociedad actual en relación al tema?

Históricamente ha sido un colectivo invisible. Ellos mismos eran un colectivo de paso. Nadie quería saber nada de estas personas. No existían. Recuerdo que a finales de  los 80, Arrels hizo un estudio de calle para demostrarle a la Generalitat que en Barcelona había gente que vivía y dormía en sus calles por períodos indefinidos. Ya no se trataba de vagabundos que hoy están aquí y mañana aparecen en otra ciudad. Se trataba de situaciones estables. Este trabajo de sensibilización y de denuncia a lo largo de los años ha obligado a cambiar las políticas y han aumentado y mejorado los recursos.

1987-2012.
25 años de Arrels Fundació

Pero los recursos ni son los suficientes, ni son, en muchas ocasiones, los adecuados. Hay que invertir en pisos sociales estables, en conceder soportes económicos suficientes para que estas personas puedan subsistir dignamente y ser autónomas en sus vidas, en facilitar empleos adaptados a las características y a los procesos de estas personas con el seguimiento social que necesiten y mientras lo necesiten… Pero, sobre todo, hay que invertir en prevención. La ruptura del mundo laboral, los desahucios, los inmigrantes sin papeles…, si no hay un soporte social y/o familiar fuerte, abocarán a estas personas a la calle. Y la calle “engancha”, es cuestión de tiempo. Y luego, una vez enganchado, se hace muy difícil el salir.

Pero también es fundamental que la sociedad no culpabilice a estas personas, ni las criminalice. La situación en que viven es fruto de nuestro propio sistema que tira a la cuneta a todo aquel que no puede/no sabe seguir el ritmo que el sistema impone. Son, en definitiva, consecuencia de nuestras propias e injustas contradicciones.

Para terminar, una frase: “Por las noches tomo varios cafés para no dormirme. Porque si me duermo, me roban”. Era Juan José quien esto nos decía. Un hombre de 70 años que lleva en la calle más de cuarenta.
La calle es dura y algo no funciona cuando hay gente que vive en la calle.

Enrique

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