– Me han dicho que en Riereta me podría duchar y cambiar de ropa.
No le habíamos visto nunca, pero alguien le habló de lo que hacemos y, nada más vernos, se vino hacia nosotros. Éramos su tabla de salvación en medio de un océano negro e infinito.
Víctor es bastante joven y aparentemente se desenvuelve bien.
– Soy alcohólico y tengo depresión. Yo solo, no puedo salir. Sigue leyendo