Hoy la calle nos ha cundido. Hemos hablado con 16 personas!! Bueno, una estaba dormida y no hemos querido despertarla. La verdad es que a esta persona es la segunda vez que la vemos y aún no la hemos saludado y no sabemos ni cómo se llama.
Las mañanas de los martes nos dan mucho de sí a Puri y a mí, pues, mientras vamos de un lugar a otro al encuentro de las personas a las que visitamos, comentamos y reflexionamos sobre todo aquello que nos cuentan y de cómo viven y de cómo piensan. Es verdad que su modo de vivir rompe nuestros propios esquemas. No entendemos y por eso intentamos «aceptar».
Hoy le dábamos vuelta a lo que hacíamos en Arrels y por qué lo hacíamos. Comentábamos que las cosas se ven de otra manera cuando piensas que lo que tú das no es una lismona, ni una gracia, sino algo a lo que el otro tiene derecho: derecho a vivir dignamente. Si tú te lo crees de verdad, aunque la sociedad no lo tenga del todo asumido, las cosas cambian: La relación con el «otro» se hacen más igualitarias, más de justicia y no tanto de donación gratuita, que hoy te lo doy y mañana te lo quito, en función de su actitud, como si de un premio/castigo se tratase. Pero si hablamos de justicia, el otro, desde su derecho, puede exigir.
Lo compararía con la sanidad o con la educación. La administración busca (dicen que buscan) nuevas formas para evitar el fracaso escolar…; la sanidad pública abre nuevas espectativas para todo tipo de enfermedades y colectivos… En estos aspectos no se piden condiciones, son derechos. ¿Y qué más derecho que el de poder vivir dignamente? ¿Y cómo se adapta la administración? ¿y cómo nos adaptamos nosotros a las necesidades de este tipo de colectivos?… ¿Qué hace esta sociedad tal y como la estamos construyendo para evitar el fracaso social?…