Cuando me despedía, casi en un susurro, Rafa me espetó: “No cambies; sigue siendo la persona que eres”.
Me sentí halagado; como el pavo real con todas sus plumas abiertas; como la gallina clueca en medio de sus polluelos:
¡Mi/nuestra manera de estar, de acompañar, de escuchar… tenía sentido!
Como cada martes, fuimos a aquella plaza en donde conviven un grupo de personas que conocimos hace tiempo en el Puente de Calatrava. Y, como cada martes, nos esperaban para contarnos sus cuitas, sus desgracias, su vida… Y nosotros, como cada martes, les escuchamos y nos interesamos por lo que nos cuentan; y nos reímos con sus bromas; y nos preocupamos por lo que a ellos les preocupa.
“No cambies”.
Lo han notado, han sentido que nosotros estamos con ellos, que tienen nuestra confianza, que nuestra relación va un poco más allá del encuentro puntual para conseguir objetivos.
En los manuales escritos de la acción social, ésta sería la primera etapa en el proceso de ayudar a que estas personas salgan de la calle y consigan su autonomía perdida.
Pero lo bueno que tiene este trabajo de la calle es cuando consigues que esta relación diaria no te la plantees como parte de un proyecto.
Sentir que estás porque te interesa aquella persona y lo que a ella en ese momento te dice que le interesa y te preocupa lo que en aquel momento te dice que a ella le preocupa, aunque sea el perro que hace unos días se lo arrebató la Guardia Urbana y nadie hasta ahora le ha dado explicaciones de qué han hecho con él. Y te piden si tú puedes hacer algo y tú les comentas lo que sabes, lo que intuyes que se puede hacer. Habrá casos, como éste del perro, en que no vas a hacer nada porque no puedes hacer nada; pero siempre la escucha atenta… Y les hablas y te compadeces de sus lágrimas… Las lágrimas de todo un hombretón, a veces agresivo, que llora porque se han llevado a su perro…
Es él y su momento el que a mí me preocupa, porque es lo que a él le está preocupando, sin más, sin intereses futuros, sin perspectivas de cómo podría estar si él quisiera, pero que él ahora no es lo que quiere.
Es en esta relación de gratuidad, de respeto y de cariño, sin esperar conseguir en un futuro “bienes mejores”, cuando él se transforma desde dentro y a mí me transforma.
“No cambies”, me dices, pero ya me has cambiado, Rafa, sin apenas tú notarlo.
Sin apenas yo sentirlo, tú me has hecho más persona y tú te has hecho más persona, porque nos hemos visto y nos hemos tratado como personas.
Me seguirás interesando tú y lo que a ti te interese.
Procuraré que nunca mi relación sea el “vehículo-para-conseguir-el objetivo” de que tú cambies como yo quisiera que cambiases.
A lo mejor un día tu interés será salir de la calle y dejar de beber y de querer vivir en un piso y de trabajar… En ese momento yo haré lo que pueda para echarte una mano. Ése será mi principal interés, porque ese interés, entonces, también será el tuyo.
Hola Enrique me ha encantado tu escrito. Hace reflexionar y pensar que en el momento que estamos viviendo parece que todo tenga que hacerse «ya» sin respetar los tiempos y los ritmos de cada cual. Las instituciones que se encargan de la asistencia muchas veces hacen de los «programas» o proyectos su ley de vida al lado de cada proyecto en aras de la eficacia se elaboran unos ctierios de evaluación de los mismos sin tener en cuenta de que cada persona es cada persona y que eso solo eso «acompañar» ( ahi es poco) es lo único valido. Lo que habiamos dicho acompañar y sobretodo respetar sin juzgar. Yo tambien te lo digo Enrique NO CAMBIES Un abrazo Mª Antonia
Me gustaMe gusta
Me ha encantado tu artículo. Tantas veces nos preocupamos por los objetivos que tenemos que conseguir, que nos olvidamos de que lo importante es que nos hagamos cercanos a ellos, simplemente acompañando, que lo demás ya llegará. Lo verdaderamente importante es que nos vean cercanos, preocupándonos de esas pequeñas cosas, que es lo que a ellos de verdad les preocupa (aunque a primera vista nos puedan parecer esas cosas «tonterías»). Te lo repito: «me ha encantado tu artículo»
Me gustaMe gusta