Martes, 20 de Mayo de 2008

Los tenía olvidados. Los martes. El último del que escribí fue en Enero. Desde entonces han pasado algunas cosas. Unas buenas y otras no tanto. Aunque esto de lo bueno y de lo malo en este tema de la gente que está en «situación de calle» (me gustó este modo de referirse a estas personas, que trajo Horacio, de la ONG argentina Proyectosiete) es, si más no, relativo.

Una de las cosas que más me han impactado, ha sido el descubrimiento del Puente de Calatrava y de qué manera se organizaban y convivían sus inquilinos. Allí he podido contactar con más crudeza cómo entre ellos mismos hacían también sus propios grupos clasistas: No se mezclan los «pastilleros» con los que no lo son y allí no se permite la entrada (es curioso, con los miedos que yo tenía al entrar) a «los drogatas que se pinchan».
Pero ya todo va a ser pasado. El próximo martes procuraré enterarme de cómo fue el desalojo. Ahora a toda esa gente que ya teníamos localizada y en seguimiento, tendremos que volverlas a buscar…

¿Cómo están las personas de las que voy escribiendo en Historias de la calle? Intentaré hacer un resumen de lo que ha pasado para cada una de ellas.

 

Juan José

  • En diciembre escribí largo y tendido; «Todo el tiempo del mundo o la historia de un proceso», pero la historia continúa.
    A mediados de Enero dejó la pensión, mejor dicho, se iba y venía: «Es que a la pensión no se puede ir si se está borracho…», decía alguna vez con dignidad.
    En febrero un día se presentó con la nariz hecha un cristo. Le habían pegado y se le habían llevado la cartilla de ahorro. Le acompañamos a la sucursal para bloquearla y a la semana siguiente se fue él solo y le hicieron otra nueva.
    Un día nos habló de su madre (pocas veces lo hace) y la recuerda como que siempre había en la casa algún hijo nuevo a quien cuidar.
    A veces se desboca hablando y Puri y yo nos embobamos con tanta charla y tanta «sabiesa» hecha en la calle. Nos contaba: «Resulta que yo pido por la calle, que es mi casa, y la policía se me lleva; pero los curas piden en las iglesias y no pasa nada: están en su casa…»
    ¡Pero, ah, sorpresa! A primeros de Marzo fue él el que quiso entrar en pensión, «pero pagando» y se puso en contacto con Ester, la trabajadora social de Arrels, y se pusieron de acuerdo en la cantidad a pagar.
    (En Arrels se intenta el copago en función de los ingresos que perciba).
    Así estuvo un mes, luego se volvió a la calle y, lo que es peor, no le hemos vuelto a ver y por Riereta no ha ido. Sabemos que está bien, pero los martes no aparece en su banco…
    Puri y yo le echamos de menos.
    A lo dicho ¿en dónde comienza y en dónde termina el éxito o el fracaso de nuestro trabajo?.

Para leer más sobre Juan José

Es tarde. Me voy a dormir. Mañana seguiré con otro martes.

Un comentario en “Martes, 20 de Mayo de 2008

  1. Querido Enrique…jamás digas, ni te deprimas por lo que escribes al final: ¿en dónde comienza y en dónde termina el éxito o el fracaso de nuestro trabajo?.
    Creo que vuestro trabajo siempre es éxito, lo que hacéis por las personas es difícil de medir, creo que no existe una grandeza de bondad, un desinterés más grande, que cuidar o intentar hacer la vida mejor a quien no la tiene. Esas personas se sienten solas, viven sin recursos, además del agravante de que existen esos seres que no tengo palabras para definirlos, esos que se dedican a pegar, a quemar, y hacer los que les hacen a los que viven en la calle. La soledad creo que es un mal eterno de todos, da lo mismo que seas un sin techo como un ejecutivo. Nos asola en cualquier momento, nos inunda con sus grandezas y nos hace reflexionar en muchas cosas. Yo últimamente me siento sola y estoy rodeada de marido, amigos, suegra, cuñados…..¿Y que?…estoy sola. Tengo mis momentos en los que intento no deprimirme, no sentirme sola y pienso en otras personas, me pongo a escribir como una posesa….en fin intento no derrumbarme, que eso es lo peor que se puede hacer.
    Me gustan tus post porque en ellos reflejas la crudeza, la realidad pero de una forma que nos afecta pero no nos haces sentir mal, aunque a veces lo deberíamos hacer. Te mando un beso fuerte Enrique y gracias por haber pasado por mi blog. Besos
    Marola

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