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Si siempre hemos de pensar en medir nuestros esfuerzos en términos de eficacia, entonces siempre habrá alguien que merezca más que otro nuestra atención.
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Lo más bonito de la relación es cuando alguno nos dice que no quiere nada: Entonces es precisamente cuando podemos iniciar una relación de igual a igual. Sin dar nada a cambio de nada: Tan sólo entregarnos como personas.
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Nuestra opción habla más bien de convivencia que de integración
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No hablamos de una integración que nace de la solidaridad, sino de una convivencia que nos dignifica a todos como personas y que se transforma en voluntad de justicia.
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Lo importante para el que está en la calle no es, muchas veces, lo que es urgente para nosotros.
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Nadie soñó de pequeño con ser de mayor un indigente.
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Cuesta más salir del pozo que costó entrar en él.
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La calle «quema». Cuanto más tiempo la persona permanece en ella, la «quemadura» se hace más grande y es más difícil de curar.
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No sentimos pena, sino alegría en el compartir.
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La dignidad de la persona y su autonomía no siempre coincide con nuestros esquemas de pequeños/grandes burgueses.
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El cambio en la situación ha de venir por el deseo y la necesidad de la persona.
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Los milagros existen gracias a la relación incondicional mantenida con la persona.
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A la persona que está en la calle no le falta educación sino razones para recuperar su dignidad y su respeto.
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Algunas de las personas con las que comparto mi tiempo y mi afecto no habrían dado el paso hacia su dignificación si Arrels no hubiera salido a la calle a buscarlas.
NOTA: No todos los puntos son míos; pero sí todos me han hecho reflexionar y los he ido integrando en el día a día de mi trabajo con los que sufren el rigor de la calle. Y seguiré recogiendo «migajas» que me ayuden a sentirme cerca del otro. Por eso esta lista siempre estará abierta a nuevas aportaciones, a nuevas reflexiones, a nuevas experiencias de vida…
buena info thanks!!!
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