¡Qué pena! Los políticos, cuando les quema el culo, se quejan…
Ayer mismo me enteraba: A una pareja, Juan y María, de no más de 35 años de edad cada uno, el próximo viernes los desahucian, ¡los echan a la calle!, oigan ¡se quedan en la puta calle!
Ella cobra un RMI, 400 €, y por trabajar 5 horas los siete días de la semana, cuidando a un señor mayor, le pagan ¡50€ a la semana!. Ella va a tener una habitación pagando 200€.
Pero él no; no cobra nada y el paro se le fue: ¡A la puta calle!; porque a Juan el RMI no se lo dan. Son de los nuevos y ya los recortes han comenzado, sin esperar a la aprobación de los nuevos presupuestos.
A ellos les va la vida.
La misma persona que en la campaña electoral para las municipales decía que había que acabar con la dictadura de los socialistas en el ayuntamiento de Barcelona, ahora dice que no se ha respetado la democracia. Y cuando su coalición política, señora presidenta, apruebe los recortes y se queden en la calle, ¡físicamente en la calle, señora presidenta!, cientos de personas sin nada para vivir y miles en la precariedad más absoluta, ¿a quién se le está faltando el respeto? Yo se lo digo, señora presidenta: ¡A las personas! ¿Y quién es más importante: la democracia o las personas?
Claro, esto es demagogia. Pero hay muchos Juan y María que, con nuestra demagogia, van a quedar durmiendo en la calle. Y ustedes, señores políticos elegidos por no sé cuantos centenares de miles de votos, mantendrán su sillón en el parlamento para seguir cobrando los dineros que se sacarán de los recortes que harán sus leyes. Muchos seguiremos comiendo gracias a los cientos y miles de personas que vivirán en la precariedad y no gracias al dinero que les sobra a los que más tienen. Éstos son los intocables. Son los votos que os sostienen. Son los votos que sostienen esta democracia corrupta y llena de corruptos.
Estáis jugando con el pan de los indignados.
Claro que los políticos que se han indignado por los indignados, son los mismos que no se indignan por los «daños colaterales» de las guerras, ni por las muertes de las mismas guerras. Son los mismos que están de acuerdo con generarlas: “Hay que defender a los ciudadanos…, con más guerra…”.
Pero eso, señores políticos, las guerras, no os toca vuestros culos y os permite seguir sentados en vuestras poltronas. Gastando, eso sí, en guerras de «paz» (¡qué ironía!), el dinero que no tenemos y que ahora lo queréis recuperar quitándoselo con vuestras leyes a los que menos tienen.
Pero los Indignados les están poniendo a ustedes en cuestión sus posaderas y, eso, es otro cantar.
Al fin y al cabo, señores políticos, han sido ustedes quienes nos han transmitido la idea, con sus guerras, de que la única forma de solucionar los conflictos es con la violencia. ¿Y ahora se asustan y recriminan?
Esta mañana estuve en el parque de la Ciutadela. Efectivamente hay diversidad de grupos y los hay quienes apuestan más por la provocación y el enfrentamiento. Pero no los mezclemos, ni permitamos que los mezclen y así deslegitimizar un movimiento que quiere cambiar las cosas desde la no violencia, pero sin que se les tome el pelo.
No quiero la violencia y pienso que el movimiento de indignados, tampoco. Pero señores políticos, la democracia somos las personas, no las instituciones, ni siquiera ustedes con todos los cientos de miles de votos que acrediten sobre sus espaldas.
Juan y María y tantos otros como ellos, a los que ustedes no les representan, son democracia.
Se ha hablado tanto de esto, y se seguirá hablando, gritando, manifestando, indignando….¿y que?…¿les afecta en algo esto a los políticos?…me gustaría verlos, en los parques, en los cajeros, en los bancos de la avenida….ahí abandonados, solos, sucios, borrachos….a ver si sentían esa humillación, esa pena, esa desolación, ese sin-vivir..que sienten todas esas personas que no tienen nada. Creo que por mucho que gritemos, manifestemos, hagamos la cacerolada, nos indignemos…nada va a cambiar, siempre será «más de lo mismo».
Ojala hubiera un cambio, ojala entrara alguien en el gobierno que diera un portazo y lo cambiara todo. Esa es nuestra única esperanza…o «ilusión».
Saludos amigos y buenos días a todos. Un beso
Marian
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