“VOSOTROS NO SABÉIS QUÉ ES NO PODER SONREIR”

Nuestras respuestas

No se tienen las respuestas.
Y cuando crees que las tienes, se desmoronan ante la realidad del otro.
El otro, aquel al que tú pretendes ayudar, no quiere tus respuestas, no le sirven.
Él sólo quiere lo que todo el mundo queremos: SER FELIZ.
Y, para conseguirlo, él hace lo que todo el mundo hacemos: Buscar sus propias respuestas.
Y lo tiene “crudo” en su situación.
Los medios de que dispone son tan pocos y con frecuencia tan miserables, que será difícil que las encuentre; pero él, a su manera, las sigue buscando.
Y, a veces, también, se lo complicamos nosotros, queriéndole convencer que nosotros sí tenemos respuestas para que él sea feliz.
¡Ilusos…!. ¡Si ni siquiera nosotros sabemos ser felices en nuestra abundancia…!
Pero nos empeñamos en decidir por el otro y en determinar que así, tal y como el otro vive, el otro no puede ser feliz…

Y mire usted por donde que en la calle te encuentras a gente como Esteban que contradice con su experiencia todas tus seguridades.

Esteban vivía, según nos cuenta, en una residencia de personas mayores. Era, según sus palabras, un hotel de cinco estrellas. Allí lo tenía todo: Techo, cama, comida, limpieza…, no le faltaba de nada…, menos, como él a menudo dice, “el alma”.
Un buen día marchó de allí para recalar en un banco de una calle de Barcelona.
Desde entonces vive en el banco junto a un árbol que le da sombra.
Esteban ve muy mal y su movilidad es escasa. Los vecinos le cuidan y le miman, hablan con él y él va conociendo sus vidas.
Su sola presencia reclama justicia y es testimonio vivo de aquello que esta sociedad tan sin escrúpulos produce y que no le gusta ni quiere ver: la EXCLUSIÓN.
Pero él se empecina y se mantiene:

–      No quiero irme. Aquí soy feliz.

Y mientras Marta (vecina) le arregla el colchón y los plásticos para que no se moje, María (vecina) le habla de un lugar en donde estaría mejor. Dormiría bajo techado, no se mojaría y comería caliente…

–          La gente no lo entiende, pero yo estoy bien así.

Poco a poco los vecinos del barrio le pierden el miedo, se le acercan y hablan con él.

–          Tengo que hablar con su madre.

Se refiere a un niño de unos 8 o 9 años que sin hablar ni decirle nada, todos los días le deja su almuerzo. Esteban nos enseña una bolsa de plástico transparente con un bollo y un cartón de zumo sin abrir.

–          Seguro que lo hace a espaldas de su madre.

¿Qué habrá visto ese niño en Esteban para privarse de su comida?

Hoy le visitaba una mujer en silla de ruedas. Hacía poco que se había atrevido a acercarse. Esteban nos la ha presentado: “No sabéis la suerte que tenemos de tenerlo con nosotros”, nos ha dicho la mujer.

Un día Esteban nos decía que, al verle a él, los demás veían la miseria.
Pero resulta que, al verle a él, los vecinos están descubriendo mucho más que la miseria y agradecen su presencia.
Pero María insiste:

–          Tenéis que hacer algo para sacarlo de aquí.

Y se escandaliza cuando le digo:

–          Yo he desistido

A Esteban, entonces, se le abre su sonrisa grande:

–          ¿Ves? Ellos sí que me entienden. Y tú, María, deberías ir menos a misa. Haces las cosas por compasión.

Parece contradictorio: Todo diría que mi trabajo consiste en ayudar a proporcionar cobijo y un mayor grado de autonomía a la gente que mal vive en la calle y que cualquier intervención que dificulte este objetivo y tienda a perpetuar esta situación, no es buena. Y no seré yo quien lo desmienta.
Sin embargo con Esteban se me funden mis seguridades y las respuestas no las veo tan diáfanas.
No me importa que siga allí, ni que los vecinos le ayuden, incluso admiro la parte de solidaridad que se da en esta historia en un mundo tan insolidario. ¿Por qué? No lo acabo de saber, ni de entender…
Tal vez sea porque mi objetivo no es dar respuestas al otro, sino acompañarle para que el otro, simplemente, sea un poco más feliz.

–          Porque vosotros no sabéis lo que es no poder sonreir….

Enrique

2 comentarios en ““VOSOTROS NO SABÉIS QUÉ ES NO PODER SONREIR”

  1. Ignasi dijo:

    Esteban, el más grande entre los grandes. No cambies nunca.
    El otro dia el «caso Billet» (no està mal escrito) me hizo sonreir. Hablaba su abogado y decía que el mencionado sujeto, iría a vivir bajo un puente si fuera necesario !!!!… serà si los que estàn ahora le dejan quedarse no?. Os imaginais a este «pobre» señor (?) siendo cuidado por los vecinos? o a los niños dándole su bocadillo?… tremendo.
    Adelante Enrique.

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