MARTES, 9 de Febrero de 2010

Esteban

Esteban ya no está en el banco. Hace unas semanas se lo llevaron en una ambulancia. Está ingresado.
Lo veníamos comentando: últimamente no estaba bien, pero él seguía aguantando y no quería salir de allí.
Al final, los vecinos insistieron y se hizo un ingreso a pesar de Esteban.
Está bien. Puri y yo fuimos a verle nada más enterarnos. Está contento también allí. Los vecinos ya le han ido a ver. Buena gente.

Es difícil equilibrar las razones y los sentimientos. Hacer caso a tu corazón o acompañar respetando la voluntad del que tienes enfrente hasta sus últimas consecuencias. Acompañar desde la humildad, desde el saber que tú no eres nadie y que no vas a salvar a nadie, porque apenas nada tienes. Sólo la comprensión y el afecto que gana confianza y respeto: «Vosotros sí me entendeis», nos decía una y otra vez Esteban cuando los demás le hablaban de sacarlo de su banco para darle una mejor vida. «Me cuidan de lo material, pero hay una parte de lo espiritual…» que Esteban lo encontraba en su banco, en ver el sol cuando salía y las flores en su explendor en Primavera. ¿Y cuando hace frío? «Vendrá el verano». «Hay  que sufrir para saber gozar de lo bueno».
Toda una filosofía de vida que Esteban descubrió en su banco, rodeado de vecinos que le ayudaban a vivir. Solitario toda su vida, recaló en un banco de una gran ciudad y descubrió a las personas. Necesitaba hablar con ellas y que alguien, también por las noches, le viniese a escuchar y, sobre todo, que le escuchase. Y Esteban escuchaba y consolaba.
No sé, es complicado. A veces estamos tan en la vida, que hasta estereotipamos las cosas que nos proporcionan la felicidad y nos olvidamos de que la felicidad no está escrita, no son cosas,  son… sentimientos, valores, pequeños detalles no escritos y que cada uno siente a su manera. Y Esteban había descubierto, allí, en la calle, después de muchos años de andar por todo el mundo en solitario, que no estaba solo y que cada día salía el sol para todos.
Estoy contento, porque Esteban está cuidado y se encuentra bien. Pero me queda el sabor agridulce de que en ello Esteban ha perdido algo más profundo e intenso que ninguno de nosotros sabemos entender del todo.

Para leer más sobre Esteban, clicar aquí con el ratón
Ver también:
“VOSOTROS NO SABÉIS QUÉ ES NO PODER SONREIR”
«CUANDO LLUEVE, LLUEVE MOJADO»

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