UN TROZO DE PAN CON ALGO…

¿Vacío o lleno?

La crisis se empieza a notar en la calle.
Gente joven que se ha quedado sin trabajo se añaden a las colas del pedir ‘un trozo de pan con algo… ‘
Al verte, se les llena el rostro de esperanza. Alguien de los veteranos les ha hablado de nosotros:  «Ellos te ayudarán».
Y te vienen a hablar…
A menudo son extranjeros, sin papeles… Son los primeros en esa lista macabra e injusta que ya empiezan a llenar nuestras calles. «Me quedé sin trabajo. Ya no tengo dinero para pagar el próximo alquiler y mi compañero de habitación me echará…» «Necesito un par de euros para comer…»
Te lanzan las demandas como sí tú tuvieses la varita mágica para solucionar sus problemas. Y te sientes mal, porque tú no eres ningún ángel benefactor, ni llevas escondida en la manga la carta ganadora.

«¿Fuiste a los servicios sociales del Ayuntamiento?». «Sí. Comí tres días en los comedores públicos. Luego, me dijeron que espere unos meses…, pero  ¿y mientras…?». Es la rueda de la precariedad: Hay que ponerse a la cola…
Están desbordados. Seguramente que el Ayuntamiento ha puesto más medios, pero no llegan, siguen siendo insuficientes. ¡Siempre han sido insuficientes!
«¿Y Cáritas?» «Buscaba trabajo, pero me dijeron que no tenían solución para mí. Ni siquiera para darme un plato de comida para llevarme a la boca».
Cáritas tampoco. No llegan. La demanda se ha triplicado y me imagino que si ven a un hombre joven y sano…, tienen otras prioridades más acuciantes… ¡Hay que priorizar entre los nadies…!
Y tú estás ahí… Por un momento tú has sido para aquella persona un rayo de esperanza que conforme le vas hablando se le va apagando…, la luz…, la esperanza…
Y tú estás ahí impotente, limitado…, con rabia…, con los ojos aguantando las lágrimas…, soportando también su enojo…, su impotencia…, su maltrato…
No estás viendo la vida desde la barrera, te está pillando el toro y tú sientes muy de cerca el dolor de la cornada…
Lo grave es que tú sabes que aquella persona que tienes delante, de no encontrar pronto solución, dentro de un año estará hundida en la calle y será un ‘indigente’, porque ‘habrá tirado la toalla’, como nos decía un día Jon, un alcohólico que vivía debajo del puente y que pacientemente esperaba recibir tratamiento para desintoxicarse , porque aún tenía esperanzas de salir.
Y tú estás ahí… Sabiendo de lo injusto de aquella situación.
Y te duele en lo más profundo, porque tú no puedes hacer nada.
Sabes que darle solución ahora, impedir que marche a la calle,  costaría menos dinero que el hacerlo retornar a la «normalidad» una vez se encuentre tirado en ella. Pero tú no puedes hacer nada, sólo escuchar, entender de su desespero.
Nos querían convencer que todos los males venían por la inmigración, pero resulta que quien ha provocado el cataclismo han sido, no los que producían el dinero, sino aquellos que los administraban. Y como siempre pasa, éstos no están. Son ellos, pero ¿quienes son?. No hay nombres, ni apellidos concretos. Pero tampoco son los que están en las colas del pedir ‘un trozo de pan con algo… ‘

Enrique

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