LOS “BOCADILLOS” QUE NOS SIGUEN TIRANDO

Cuentan que Arrels comenzó su andadura a partir de un bocadillo que ‘un indigente’, ‘un mendigo de la calle’ lanzó con rabia sobre la espalda de la persona que se lo acababa de dar. La respuesta de esta persona no fue ni la de revolverse contra aquel ‘desgraciado’, ni la de echarle en cara su desagradecimiento, ni siquiera la de ‘lavarse las manos’: «Ya he hecho lo que tenía que hacer». Lo que aquella actitud agresiva provocó en aquella persona fue la de pensar: «Si este hombre no quiere el bocadillo, ¿qué será lo que querrá?» Y para dar respuesta a esta pregunta fue que nació ARRELS.

Desde aquel famoso bocadillo que dio razón de ser a Arrels, ¡cuántos otros «bocadillos» se nos siguen tirando a nuestras espaldas, esperando razones que den solución a sus vidas!

Nos tira su «bocadillo» Juan cuando, «jarto» de vino, se planta delante de ti y te dice cabreado:

    – ¿Qué, coño, miras tú? ¿Es que tengo monos en la cara? ¡Anda y déjame en paz!

O te lo tira José, que después de pasarse media vida en la calle, comiendo de lo que le daban y rebuscando en las papeleras aquella lata de coca cola a medio acabar, ahora, que está en la Llar, se encaraba el otro día con un voluntario gritando:

    – ¡Esta comida es una porquería! ¡No hacéis nada más que robarnos!

O Ángel, que había tardado cinco años en aceptar una pensión para dormir y, pasados unos meses, ya sin beber, se le ofreció un piso: Con sofá, TV, todo limpio, con derecho a cocina, recién pintado y alicatado. «Estarás divinamente».
Al día siguiente Ángel había dejado la pensión y nadie sabía dónde paraba.

¿Y Antonio?, ¿que había dejado de beber, que encontró trabajo, un buen trabajo, fijo, ¡más de 1200€! Y al cabo de tres meses vuelve a estar aquí, borracho perdido y culpando al dueño de que no sabe nada del oficio y que por eso se ha ido….?

¿Y Pedro?, ¿que sin venir a cuento, tiró la cafetera por la ventana…?

O aquel que un buen día roció con café con leche las paredes de toda la escalera de la Llar recién estrenada.

O el Vicente que cuando se cambia de ropa parece que esté en el Corte Inglés comprándola: Ninguna le cuadra, todas le están mal, se enfada, exige, grita, insulta… y, al final, se va con lo que traía puesto, dando un golpe de puerta.

O el otro Antonio que siempre se mosquea, porque «todo el mundo se cuela» y ha tenido que esperar esa tarde ¡media hora! para entrar en las duchas:

    – Sois todos unos ineptos y sólo sabéis que sacarnos los cuartos»…

¿Y Josep?, que le han echado del piso y no acepta nada de lo que se le ofrece, porque él ahora lo que quiere es una pensión que es lo único que en este momento no le podemos ofrecer…

Y tantos otros que nos encontramos en las calles y que renuncian a todo lo que signifique albergue o centro en donde dormir.

Los «bocadillos», cuando te los tiran, hacen daño y, a veces, te revuelves:
«¿Qué se habrán creído? Están toda su vida tirados en la calle, les acercas el pan a la boca y ¡encima te muerden…!»

Pero todos son los mismos «bocadillos» que aquel primero que motivó la pregunta de Arrels:

«¿Si no es el bocadillo, qué será lo que necesita?»

Y es esa la pregunta que constantemente me cuestiona.
La tentación de que ya hemos dado soluciones y que ahora es a ellos a los que les toca responder, acosa permanentemente. Y, sin darte cuenta, convertimos nuestra relación, que es la que les ha de dar razones para cambiar,  en un trapicheo de derechos y deberes, de ofensas y ofendidos, de culpables y benefactores.
Pero en realidad sólo se trata de «bocadillos» que nos siguen tirando y que nos deben remover por dentro. Porque detrás de cada «bocadillo» lanzado, está la rabia de una vida rota que no saben/sabemos recomponer.

Enrique Richard

11 comentarios en “LOS “BOCADILLOS” QUE NOS SIGUEN TIRANDO

  1. Montse dijo:

    Para eso nació Arrels, para recoger una y otra vez los bocadillos devueltos,siempre enformas diferentes, pero ellos saben que siempre estamos ahí, confiando,escuchando, llorando con sus penas y acompañándoles por encima de todas las cosas,Arrels es un punto de referencia para unos y otros y nos conformamos con eso «ESTAR» a su lado en los buenos y malos momentos,cuando y hasta que ellos quieran.

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  2. Necesitan esperanza. Dicen que es lo último que se pierde y debe ser verdad, porque cuando la pierdes no quieres saber nada del mundo y, como no tienes el valor de quitarte la vida, esperas y desesperas.

    ¿Qué puedes hacer por ellos?. Me temo que poco. Estar ahí por si algún día sale el sol en su vida, si un pequeño rayo de luz asoma y les devulve las ganas de seguir viviendo.

    Veo gente en Madrid que puede estar en un albergue, que tiene plaza para dormir, que puede asearse, comer, vestirse… pero qué importa todo eso si tienen el alma rota. Pienso que sabbéis que el primer síntoma de depresión es el abandono físico, luego el ensimismamiento, la desesperanza, las ganas de morirse, finalmente, la nada.

    Terrible.

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  3. María dijo:

    Pero tampoco debemos sentirnos culpables por no saber lo que quieren y, por supuesto, no culpabilizarlos tambpoco a ellos. Cuántas veces no sabemos lo que queremos. Aunque suene a «me desentiendo» te diré que el que hace lo que puede no está obligado a más. Pero eso sí, hay que seguir, hay que seguir…

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  4. Gracias Enrique por explicarnos ese «bocadillo». La verdad es que creo que algunas personas o la mayoría no lo entienden y no les juzgo, intentan a lo mejor con toda su buena fe ayudar o dar de comer y ellos se lo tiran a la cara. ¿Que es lo que quieren?…se preguntan…Creo que habría muchas respuestas a esta pregunta y creo que esas respuestas nos dejarían pensativos, porque esas respuestas no son las que realmente nos esperamos. Creo que se debe esperar, se debe como decía otro comentario tener «esperanza». Y sobre todo ser comprensivo y tener paciencia. Besos Marian

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  5. Contestando a David:
    Gracias David. Es el halago más bonito que podía esperar: «Dar esperanzas»… ¡Qué mejor cosa!
    Pero respuestas… Muchas, muchas veces no las hay, pero tampoco las esperemos, porque, entonces, con tantas seguridades, te quedas sin escuchar.
    Un abrazo,
    Enrique

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  6. Contestando a Lara:
    Supongo que sí, que son bocadillos semejantes, pero el solo hecho de reconocerlo, ya nos acerca más a ellos y nos hace capaces de escuchar, de comprender (o no), pero sí de aceptar. Y a lo mejor, en esa escucha, vemos nuevas salidas a proponer y a trabajar juntos. O quizás no. A veces hay que reconocer que no tenemos soluciones, porque nosotros ni ellos sabemos lo que quieren y entonces sólo podemos que acompañar.
    Si quieres acércate por

    Los bocadillos que nos tiran una y otra vez


    Es Miquel, mi coordinador y contesta y complementa perfectamente este artículo.
    Gracias por visitareste blog y ¡suerte!.
    Un abrazo,
    Enrique

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  7. Lara dijo:

    Salvando las distancias, me recuerda a mis alumnos: chicos y chicas de 15 años, de familias desestructuradas, con mil problemas en casa, y que, por mucho que pongas de tu parte te «tiran los bocadillos a la cara» a todas horas.
    Lo que daria yo por saber que necesitan realmente…

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