Nos habían asegurado que estaba allí. De hecho pasamos varios días por su lado, pero nosotros seguíamos sin verlo.
Por fin el otro día y con un mapa más detallado, conseguimos descubrirlo.
Está allí, en un rincón, en la esquina que forma una valla rota y la pared de una casa que no tardarán en tirar por vieja. De techo, unos trozos de vigas de madera que dejan medio abierto el cielo, justo para no evitar que entre la lluvia. Al otro lado de la pared no tiene nada, hierbas que salen en un trozo de explanada abandonada y que hace esquina con la calle. De la acera la separa unos quitamiedos de esos metálicos que ponen en algunas carreteras. Es su puerta y su timbre si quieres pasar.
En total a él le quedan ¿dos metros cuadrados de espacio…?
No necesita más. Suficiente para guardar todo tipo de trastos que tiene.
Y allí está, sentado sobre algo que en su día debió de ser un colchón.
Cuando le vimos, desde «la puerta» le saludamos. Hoy no nos hemos atrevido a entrar, pero le hemos pedido permiso para visitarle el próximo día que pasemos por allí. Él ha asentido, le ha parecido bien, aunque tampoco es que haya mostrado signos evidentes de estar entusiasmado con la idea. Ha dicho un sí, como hubiese podido decir «haced lo que os venga en gana». Y lo haremos. En este caso haremos lo que nos «plazca».
A los pocos días volvimos.
Desde la calle y junto a los quitamiedos que le hacen de puerta, le pedimos permiso para entrar. En su casa. En su espacio. Y, el decirnos que sí, nos abrió la puerta.
Como pudimos -uno ya no está para estos trotes- nos arrastramos para pasar la valla por debajo. El intento de saltarla por encima había sido peor.
Nos presentamos y él también nos dijo su nombre, Jaume.
Le ofrecí mi mano y él me la estrechó, no sin antes limpiársela en un trapo que, como él, hacía meses que no se lavaba.
Le ofrecimos tabaco y poco más. Es hombre parco en palabras, pero amable.
Su espacio está organizado: Él en medio, sobre el colchón que ya perdió su nombre. A su espalda, bolsas, muchas bolsas. A un lado, botellas, muchas botellas de plástico. Y junto a la pared, un sin fin de revistas bien apiladas, aunque se nota que han recibido más de un aguacero.
Y entre tanto bulto, nos muestra una botella de plástico azul llena de un líquido que nos ofrece amablemente y que nosotros, muy educadamente, rechazamos: «Es que hay que equilibrarse», nos dice con risa cómplice.
Según nos han explicado alguna de las personas que le conocen, Jaume lleva en el barrio toda la vida. Primero vivía con su padre hasta que murió y él siguió en su casa hasta que se quedó también sin ella… Desde entonces, allí está, solo, escondido, apartado…
Me recuerda a Paco, al de la Plaza Pestaña. Aquí también los vecinos le acogen, tanto que nadie nos había dicho nada sobre su existencia. Hasta ahora. Aunque también se queja de aquellos que se entretienen en tirarle piedras para divertirse…
No será fácil sacar a Jaume de su casa. Él, ahora, está bien así. No necesita nada. Se alegra de vernos…
P.D.
Esto sucedía hace ya unos meses. Actualmente Jaume está atendido. El Equipo de Salud Mental del Ayuntamiento diagnosticó y fue ingresado por desajustes mentales. Una vez estabilizado, el Ayuntamiento le ha dado albergue para vivir y seguimiento.
Gracias por acordarte de nosotros.
También en Barcelona hace unos días murió una persona en la calle a quien otros compañeros del equipo de calle de Arrels le acompañaban desde hacía algunos años. Esta persona tenía sólo 50 años y tampoco quería nada. Su compañero de calle fue quien llamó a los servicios sanitarios y ha sido él quien más ha sentido su muerte.
Es algo que duele, pero que no nos debe de agobiar ni crear angustias. Al fin y al cabo situaciones así es lo que nos afianza en la creencia de que no somos salvadores de nadie, sino acompañantes de su soledad.
Me siento en comunión y hermanado con esa gente de la Red Íncola a la que, si te es posible, le traslades mi consideración y cercanía.
Un abrazo, Enrique
Y como tú dices: «Unidos en la misión de humanizar nuestras calles».
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Un amigo colgó este artículo en facebook… Me he acordado de vosotros… Un abrazo enorme
Unidos en la misión de humanizar nuestras calles
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/16/castillayleon/1237199973.html
Lunes, 16 de marzo de 2009
Valladolid
FACEBOOK LLORA POR SANTIAGO
El vagabundo de 79 a?os muri? hace d?as en el parque Juan de
AustriaEra natural de un pueblo de Zamora, pero llevaba 17 a?os
en Valladolid
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