EL EURO DE MANUEL

¿Quién puede ponerse en la piel de aquel para quien un euro le va la vida…?

Manuel vive en una residencia.
Desde hace años que, oficialmente, dejó la calle. Y digo oficialmente, porque, aún hoy, a veces, se escapa y vuelve a su «antiguo parque» .
Lo sorprendente es que lo hace aun y a pesar de que le duelen las piernas y que, para poder desplazarse, necesita de un andador en donde apoyarse.
Por eso será que Manuel, los días que permanece en su «antiguo parque», los pasa sentado en su «antiguo banco», sin moverse.
Luego, cuando ya lleva algunos días/semanas allí -será también que el parque le cansa-, abandona su banco y se deja llevar otra vez a la residencia.

A Manuel le conocí, cuando apenas llevaba unos días como voluntario en el Centro de día de Arrels Fundació (era a principios del 2002).
Ya, entonces, se hacía notar.
Con su muleta a cuesta -en aquel tiempo Manuel necesitaba de sólo una muleta para andar-, todas las tardes se pasaba por el Centro para tomarse su medicación y recibir su paquete de ducados y ¡su euro! Sólo uno, cada tarde, para cubrir los gastos de todo un día.

Tenía genio, ¡mal genio! Especialmente cuando él interpretaba que se le quería “llevar al huerto”. Entonces, a menudo, reaccionaba con violencia.

Aún recuerdo el día en que, al darle su euro diario, éste se cayó al suelo. Lo intenté recuperar, pero, cuando me agachaba para recogerlo, observé cómo su muleta se erguía sobre mi cabeza de manera amenazante, al tiempo que gritaba:

“¡Ese euro es mío!”.

Su acción me dejó inmóvil y perplejo: ¡¿Cómo podía alguien ni tan siquiera imaginar que yo podía pensar en quedarme con su euro?!

Desde entonces es que supe del valor que tiene un euro, cuando, para el que lo recibe, es el único euro del que va a disponer para pasar el día.

Esta actitud bronca le hizo deambular por varias pensiones de las que tarde o temprano era echado. Luego, más tarde, allá por el año 2005, los servicios sociales del Ayuntamiento le acogieron en lo que sería el primer Centro de baja exigencia, creado por la administración y que desde Arrels tanto se había reclamado su existencia.

A todos nos sorprendió su larga permanencia en un recurso concreto y nos felicitábamos por ello.

Después, ya mediado el año 2006, Manuel ingresó en una residencia.

 

Enrique

2 comentarios en “EL EURO DE MANUEL

  1. Queridos amigos, por suerte o por desgracia conozco esa situación, conozco lo que es un euro en la vida de una persona. He sentido por dentro una especie de carga eléctrica al ver y sentir que puede ser eso para una persona. El tener un euro o menos para poder pasar no un día, sino varios, tener 65 céntimos y tener que pedir para que le llegue para una barra de pan. Algunas personas no tienen ni idea de como se puede sentir un ser humano en esa situación, yo intento ponerme en la piel de esos que yo conozco y me quedo mirando el rostro, la mirada, el gesto que hacen cuando no tienen para comprar una barra de pan, sientes que por dentro están destrozados, avergonzados. Como dice Julián creo que pocas personas valoramos lo que es tener lo que tenemos, saber apreciar tan solo «un euro». Un saludo cordial. Marian

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  2. Cuanto nos cuesta valorar lo que tenemos! Tenemos que aprender mucho del que está a nuestro lado, sobretodo del que tiene menos. Gracias por recordarme el valor (no el precio) de las cosas que tenemos a nuestro lado. Esta reflexión nos debe servir para valorar a las personas (que muchas veces por monotonía ni nos damos cuenta que estás ahí). Gracias y un saludo.

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