JORDI
Le operarán el mes que viene. Parece que cobra una PIRMI y ya ha recorrido algunos de los servicios sociales del Ayuntamiento, pero «quiere estar en la calle», y está en la calle, según nos dice, «por su mala vida…» El sabrá… Nosotros, por si acaso cambia de opinión, seguiremos viéndole.
JUAN JOSE
¡Por fin hoy ha aparecido!. En realidad Puri ya le había visto el viernes que había pasado por allí. El martes pasado recorrimos todo el Pº de St. Joan para ver si lo encontrábamos, pero no. Hoy le hemos visto tan feliz. Como siempre, con su media sonrisa, un tanto pícara cuando nos ve. Y, eso sí, extendiendo su mano amiga hacia nosotros. Me he alegrado de verle, de verdad, con el corazón, y le he dado un abrazo. Nos hemos sentado en el banco de siempre y hemos hablado. Me ha preguntado de si había ido por la Mancha, y me ha gustado la pregunta, eso quiere decir que se acuerda de dónde soy y que en otras ocasiones se lo he dicho. El, como siempre, se irá a Galicia en Navidad: 45 años desde que salió y no ha vuelto. Tenían tierras y los suyos ahí se quedaron. ¿Vivirán sus hermanos? Él no tiene interés en saberlo. Al final se empeñó y nos invitó a un café. Y pagó él, con su paga no contributiva (y ha trabajado toda su vida) que se gestionó desde Arrels.
GERARDO
Este hombre es un caso…! Desde la última vez que escribí sobre él, ha estado y salido de la pensión dos o tres veces. Y cada vez que deja la pensión se vuelve a su sitio de calle y coge unas borracheras de espanto. Puri y yo creemos que cada vez duran más las estancias de la pensión y menos las de la calle… Es un decir que nos consuela. El caso es que hoy estaba allí, con mucho alcohol en el cuerpo y mucha afectividad hacia nosotros. Pero no sé que ha pasado que la afectividad se ha convertido en agresividad cuando nos hemos acercado a Raul que «vive» en el banco de al lado de la misma plaza. ¿Es posible que haya sentido celos?. Eso es lo que nos ha parecido a Puri y a mí… ¡ Lo que son las relaciones humanas…!
RAUL
Seguimos igual. Inmersos en un mar de dudas. Sigue durmiendo en la calle, con su carrito de compras a cuesta, en donde lleva su saco de dormir, algunas cosas más y una bolsa tremenda de medicinas. Y ahora también inyectables. Hoy decía estar dispuesto a irse a su país, si se lo pagan… El no cobra nada. No, no estamos contentos. Comer sí come en el comedor de Meridiana, pero dormir no hay manera de que aguante en ningún sitio.