Era el año 2005 cuando escribí esta experiencia que sin duda tuvo mucho que ver en mi forma de entender y de mirar a estas personas.
En recuerdo a Paco, que tanto
me hizo cambiar por dentro.
Mi primer Síndrome de Abstinencia lo pasé va hacer, ahora, 1 año.
Y fue gracias a Paco que lo pude superar.
Estaba confuso, indefenso, avergonzado… y él me dio la fuerza para continuar.
Su angustia, su soledad, su dependencia… me dieron las razones suficientes para seguir a su lado.
Llevaba días tirado, rodando por los suelos.
Sin comer, siempre bebido.
Los compañeros sabían que aquel viejo de 57 años no aguantaría más.
Nosotros también. Pero era él quien decidía.
Una tarde, menos bebido, consintió.
Quedamos en recogerle al día siguiente, temprano, de buena mañana, sin vino.
Y allí estuvimos.
Había dormido y los efectos del alcohol del día anterior habían cedido.
Le quedaba la resaca. Una resaca convertida en temblores y espasmos…
– Vámonos, Paco…
– Espera, Enrique. Dame un cigarro.
Y se lo encendí. A él le temblaban las manos.
– Espera, que vendrá Antonio.
Antonio era su compañero de calle.
Algo más joven, le cuidaba y se preocupaba por él, más indefenso.
Y llegó Antonio.
Paco, que casi no podía mantenerse en pie, se abalanzó sobre Antonio en busca de la botella que había traído para él.
Sin control, se echó el vino por la cara y consiguió beber unos sorbos. Suficientes para calmar por un momento la ansiedad y provocarse más vómitos y bilis.
Antes de irnos, aún tuvo tiempo para echarse más vino por la cara. (Sería el último en ese largo día que nos esperaba). Luego, más relajado, nos marchamos a Riereta.
– ¡Qué jodío me debo ver para dejarme hacer lo que me estáis haciendo! -nos dijo-
Limpio, arreglado y con zapatos nos fuimos al Hospital del Mar. Su estado requería de atención médica.
Llegamos a eso de las once. Paco y yo.
Nos atendieron en urgencias. Sin prisas…
Ya se sabe…, en urgencias se atiende lo urgente y lo de Paco es… crónico.
Le dieron un calmante y una silla de ruedas.
Y hasta las seis de la tarde estuvimos Paco y yo y la silla de ruedas…
A ratos nos dejaban solos en un despacho, pero Paco necesitaba fumar y… beber…
– Enrique, sácame afuera.
Y, entre la gente, nos escondimos en el patio.
Y empezaron de nuevo los espasmos y temblores.
– Dame un poco de vino.
Escupía y vomitaba mientras, a falta de vino, pedía más tabaco.
Yo me quería perder de las miradas inquisidoras de la gente y tapar así su vergüenza, la de Paco.
Aunque en verdad era la mía, mi vergüenza, la que quería esconder. Paco ya hace tiempo que venció la vergüenza de los que miran.
Yo tenía a Paco. Y Paco había decidido salir del vino.
Paco no era cualquiera.
Paco era… Paco. ¿Mi amigo?, ¿mi compañero?
Paco era la persona con la que me había relacionado desde hacía ya meses.
Paco era eso: Persona.
Persona como yo. Que un buen día había decidido vivir de un modo que yo no entendía, pero respetaba.
Persona como yo. Que ha sufrido lo injusto de la vida y ha recogido también, ¿y quién no?, las consecuencias de sus propios errores.
Persona como yo. Aún y a pesar de ser diferentes.
Persona como yo. Aún y a pesar de nuestras distintas limitaciones.
Pero persona como yo. De igual a igual.
Con una vida más deshecha…, más destrozada…, sin tantas compensaciones como la mía.
Y ahí estábamos. Entre tanta gente, solos los dos.
Mano a mano. De igual a igual. De persona a persona.
Cada uno intentando superar el trozo de batalla que le había tocado vivir en esta guerra contra el vino:
Yo, tragándome mi vergüenza.
Paco, vomitando y escupiendo, deseando escapar de sí mismo.
– ¡Qué jodío me debo ver para dejarme hacer lo que me estáis haciendo!
La Fuerza/Debilidad de Paco fue lo que me hizo quedarme allí, con él, y superar la vergüenza de las miradas acusadoras de la gente que se cree superior… ¿a quién?
Fue Paco y su querer vivir lo que me ayudó a salir con bien de mi primer Síndrome de Abstinencia. Luego vendrían otros, pero ya no serían lo mismo.
Paco -mañana hará un año- sigue sin beber, pero hace meses le operaron y ahora tiene problemas para moverse. Seguramente esté pagando ahora los excesos de antaño.
Yo, sin tantos excesos, a lo mejor y con un poco de suerte, la vida me respete y los pague -mis excesos- un poco más tarde. Al fin y al cabo yo no soy tan distinto que Paco.
PD:
Al día siguiente de terminar este Relato me comunicaron que Paco había tirado la toalla y nos dejaba definitivamente -justo un año después de comenzar esta historia-.
Dicen que su muerte se debió a problemas pulmonares, cuando, paradojas de la vida, su mano ya no aguantaba ni el cigarrillo que llevarse a la boca.
Me duele su muerte.
Echaré de menos al abuelo -de 58 años- entrañable, simpático, socarrón, marrullero, a veces gruñón y siempre tacaño:
– Paco, si me oyes, acuérdate del café con leche que me debes… Y, ah!, espérame, que también a mí me echarán algún día de aquí. Aunque ¡dale tiempo!, que no tengo prisas…
Hasta en esto de morirnos también somos iguales. ¡O más!…
Enrique
Agosto 2005
Incredibler enriquerichard.es kicks ass.
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¡Ojalá que sí te equivoques!, pues sería muy triste. Las personas como yo, no tenemos respuestas, sólo, algunas veces, sabemos escuchar o al menos lo intentamos.
Gracias por tus palabras tan amables. Me encanta tener amigos así!. Un abrazo.
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por un momento le he puesto cara a Paco, pero era la del padre de mis hijos….no es alcóholico, no es drogadicto, pero me temo que los excesos de la vida «treintañera» en la que se ha metido a sus 46 años, van a hacer que termine así: solo, abandonado en la calle, porque ya nadie le querrá después de mentir y utilizar a todo el mundo, y he sentido la tristeza que tú describías, al pensar en él así.
Ojalá que me equivoque pero que si llega ese día, haya alguien como tú, Enrique, para ayudarle como haces con todos.
Eres una persona especial, en serio, y te admiro por ello.
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Muy bueno Enrique. Como siempre tus relatos tan buenos que te llegan y que intentan ponerte en la situación.
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Solo el que ha pasado o tiene prsonas o familiares ,o amigos alcoholicos entiende lo que esta contando ,Gracias por su humanidad y el compañerismo que tuvo con el y que DIOS lo tenga en su Gloria y descanse en paz ,todos somos personas ,nadie debe juzgar ,y mas respeto y humanidad para todos es lo que hace falta…DIOS lo BENDIGA …Un familiar de mi nieto por parte paterna tambien fallecio por el alcohol hace tres años ,que descanse en paz ,Pepe y DIOS lo tenga en su gloria ,queria mucho a mi nieto ,y ahora solo dice la abuela si te viera tu abuelo con lo que te queria ,y yo le digo Mari lo ve .Hay que vivir las cosas para entenderlas ,le deseo lo mejor .SUERTE Y que Dios escuche sus Deseos …
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